martes, 3 de agosto de 2010

La protección social: varias tareas pendientes

Algo que se reclama a la gestión regional en todo el Perú es la ausencia de respuestas propias que acompañen a los sectores sociales en el esfuerzo por garantizar para todos los ciudadanos y ciudadanas una oportunidad que les abra las puertas a mejores condiciones económicas para ellos y la consiguiente transmisión de esas oportunidades a las generaciones que les sigan.
La creación de los gobiernos regionales en el año 2002 fue un excelente pretexto que los Ministerios encontraron para librarse de un gran problema originado por la ausencia de planificación en todo el país.

A lo largo de los años se permitió que se negociara con asuntos tan fundamentales como son la salud, trabajo, vivienda y educación; sin ningún tipo de límites ni visión nacional a futuro.
El libre mercado, como patrón de todo el actuar estatal, lanzó la consigna de retirar al sector público del escenario dejando a los peruanos en manos de capitalistas sin nombre y sin ningún tipo de compromiso.
Con el tiempo y bajo la excusa de la necesaria reactivación económica ya se han librado recursos públicos en programas de apoyo social en los últimos años pero siempre con una especie de temor, es decir, como quien no quiere la cosa.
Realmente los gestores del Estado han caído en la trampa de quienes acusan al sector público de fatalmente ineficiente y además de corrupto, lo cual no es totalmente cierto.
El PERU en general tiene el estigma de la corrupción como una señal en la frente de todos los residentes. Y todos somos más o menos corruptos, en tanto disimulamos o consentimos el actuar indebido de quienes son los mayores corruptores o “corrompidos” del paisaje. Corruptos son quienes pagan cinco soles para saltarse la cola en las oficinas de RENIEC o en el turno del Seguro Social y corruptores también son los que llevan la gaseosa y el sanguchito al portero para que le deje pasar su negocio personal o le facilite un trámite. Así de fácil y de rotunda es la cosa.
Por eso, tenemos que empezar por asumir con integridad la situación tal como está y - desde ese punto- aplicar el remedio. Esto significa que aquellos quienes vienen hace largo tiempo en la letanía y la denuncia de señalar: !esos de allí son los corruptos!....pero al mismo tiempo nada hacen por detener a la corrupción, son los peores cómplices del cáncer social y nada bueno debemos esperar de su lamento.
El Estado debe recuperar su rol como actor principal en la protección social. Y por esto, debe liberarse de las ataduras que le han colocado encima los políticos que tratan de que solamente sea el sector privado el que intervenga en la satisfacción de las necesidades del ser humano.
Si nos ponemos a analizar, por ejemplo, las privatizaciones en salud y educación veremos que solamente se ha perseguido garantizar una utilidad para los inversionistas y nada bueno se ha obtenido para la sociedad en su conjunto. Citemos, por ejemplo, el caso educativo. Hasta hoy, no existe un balance completo de cuántos profesionales hay de cada especialidad en el País y cuántos realmente se necesitan de acuerdo al crecimiento de la economía y de la propia población.
Entre tanto, siguen creándose universidades que dictan cursos para formar maestros- una de las líneas críticas- pero a ninguno de los promotores de esas universidades les interesa por ejemplo conocer que la demanda anual de maestros en el Perú es de solamente 7 mil u 8 mil, considerando la proyección aritmética del asunto; y menos todavía les interesa conocer que desde esas universidades siguen saliendo 22 mil y mas maestros al año; educadores que no encontrarán ni escuela ni alumnado pero cuyo destino nada importa a los inversionistas en la educación.
A esos negociantes de títulos y diplomados les basta con cobrar lo que quieren por pensiones y graduaciones y en ningún momento se detienen a pensar que están alimentando con su conducta irregular una gran crisis.
Están formando un embudo por el cual no puede pasar la tremenda oferta magisterial frente a la estrecha demanda real de profesionales. Como consecuencia y considerando el escenario “perverso” del sector educación, empieza el juego de la oferta y la demanda, ensuciando por todo lado las justas pretensiones de la juventud peruana.
Maestros que tienen que pagar cupos o remuneraciones completas para acceder a una plaza por diez meses, es uno de los negociados que hasta hoy no se resuelve y que nadie soluciona a pesar de haberse dicho en un Mensaje a la Nacion como el emitido el pasado 28 de Julio. Y en esta suerte de jarana participan todos, desde los funcionarios públicos que se rinden ante el sistema hasta los propios maestros que ofrecen pagar dos o tres mensualidades con tal de acceder a un contrato.
Y por ahí también aparecen los malos “sindicalistas”, quienes solamente se procuran ingresos extraordinarios para ellos mismos negociando con la exigencia de justicia que sus agremiados reclaman. O se limitan a la grita interesada que olvida al ciudadano y solamente se fija en los incrementos de sus propias remuneraciones. Allí queda la cosa.
La educación necesita una intervención mayor de los gobiernos regionales y locales. La programación de la inversión y la concertacion para asegurar recursos que permitan financiar un gran programa regional deben ser facultados a los gobiernos sub nacionales para que puedan asumir acciones propias y adecuadas a su realidad.
Pero toda esta expectativa se estrella contra el manejo centralista y alienado del presupuesto nacional, el mismo que sigue conducido por cinco o más funcionarios del rancio y alto nivel, quienes son finalmente los que deciden el destino de miles y miles de personas en el Perú.
Estas elecciones regionales y municipales que se vienen, deben ser una respuesta sólida de los ciudadanos. Deben fortalecer a sus representantes para que puedan unir sus diagnósticos y sus esfuerzos. Para hablar de la regionalización de la educación no ha bastado con pasar de una mano a otra la ventanilla de pago. Como tampoco para hablar de municipalización de la educación podemos consentir que se hable también de pasar otra vez la ventanilla desde los gobiernos regionales a los municipios o gobiernos locales. Esa no es la gracia del cambio. El cambio verdadero significa la capacidad asegurada para dar una solución a nuestra medida. O sea, conforme lo vemos nosotros. Una solución que salga del esquema nacional corrupto y por fin encuentre la comunión de todos en un esfuerzo único regional: vencer a la corrupción y garantizar la protección social al individuo asegurando una oportunidad limpia en la educación. Esa es la tarea.

Marco Cardoso Montoya

No hay comentarios:

Publicar un comentario